Elianne Hecht,
Coach personal y ejecutivo, miembro del board de ICF Uruguay


¿Cómo llegaste al coaching?

El descubrimiento del coaching es uno de los capítulos más trascendentes de mi vida, que ocurrió mientras estaba atravesando una etapa de gran incertidumbre.

Para quienes no conocen, es una disciplina que busca maximizar el potencial de las personas. Tiene como fin empoderarlas para lograr sus objetivos, aumentar su capacidad de acción y recuperar el bienestar personal y profesional. El coach es quien acompaña a la persona en este proceso, ayudándola a expandir sus propios límites. Me formé como licenciada en Administración de Empresas y trabajé durante más de 15 años en esta área. Era recurrente en mí la sensación de frustración y de querer cambiar mi vida, de tomar otro camino. Solo que no sabía qué era lo que realmente quería y menos cómo lograrlo. En cierto punto, estaba en mi zona de confort. Hasta que un día, luego de una importante charla con mi madre sobre la vida y el propósito, acudí a mi fe y le pedí a esa fuerza superior en la que creo que por favor me mostrara de forma concreta eso que vine a hacer al mundo.

A los pocos días, estando en la casa de una amiga, toca la puerta una vecina y le cuenta que comenzó a estudiar coaching. Fue ahí que me explotó la cabeza. ¿Cómo no sabía que eso existía? Al instante supe que era para mí, ¡lo que tanto deseaba encontrar! Con 35 años volví a estudiar una nueva profesión, a vivir en la casa de mis padres, renuncié temporalmente a mi independencia económica y sacrifiqué quién era para darle forma a quién quería ser. No fue un empezar de cero, porque es desmerecer todo lo transitado, pero sí significó entender que tenía que moverme de donde estaba e invertir tiempo y energía para diseñar una vida más coherente con quién deseaba ser.

De esta manera, durante estos últimos cuatro años, he creado mi propia oferta de valor, integrando mis dos principales formaciones (Licenciatura en Gerencia y Administración de Empresas y Coaching de Alto Rendimiento), y capitalizando toda mi experiencia en la gestión de proyectos en empresas y en el desarrollo de talleres y actividades transformacionales en individuos y organizaciones, promoviendo así el “liderazgo consciente” en las personas.

¿Qué es lo que más disfrutás de ser coach?

Lo que más me gusta de esta vocación es motivar a las personas a que se conecten con su propia chispa y poder. Que encuentren eso que los motiva a levantarse cada mañana y que es el combustible para liderar sus días. Que se animen a elegir de forma consciente una vida auténtica, manifestando sus propósitos y talentos únicos, con eso que hace la diferencia en sus vidas y en la de los demás. Que confíen en eso que está adentro y no afuera.

A su vez, esto me inspira y da mucha fuerza a nivel personal. Podría decir que es mi combustible. Si hay algo que me gusta en la vida son los encuentros con las personas, conversar y generar nuevas experiencias. Creo que en cada encuentro se abren mundos y miles de posibilidades. Me gusta definirme como una motivadora de vida, despertadora de consciencias y entrenadora para el liderazgo consciente. 

¿Cuáles son los procesos de coaching que más te gustan?
¿Por qué?

Uno de los temas que mayormente acompaño al trabajar en las sesiones de coaching, ya sean de vida o ejecutivas, es el de fortalecer la confianza y el poder personal para tomar decisiones de vida más coherentes con uno mismo. La riqueza está en el proceso mismo. Y acompañarlos en este proceso es algo que realmente disfruto mucho.

“Empoderarte es hacerte consciente de tus fortalezas, recursos, emociones, motivaciones”.

Es en este momento que las personas se empoderan. Empoderarte es retomar tu poder, hacerte consciente de tus fortalezas, recursos, emociones, motivaciones, etc. Reconocer todo esto te motiva al ir viendo tus propios logros y así poder asumir el compromiso para hacerte cargo de lo que no te está dejando avanzar, asumiendo el protagonismo en tu vida.

Cuando esto ocurre, te das cuenta de que sos vos quien tiene el poder de acción y ahí te transformás en el creador de tu vida y de todo lo que te pasa. Claro que siempre está el factor externo, lo que está fuera de nuestra área de influencia, que no depende de nosotros, pero lo importante es darte cuenta de si estás haciendo todo lo que sí depende de vos, aprendiendo a soltar lo demás… Ahí es cuando empieza la magia. ¿Qué es la magia? Nada más y nada menos que convertirnos en creadores de nuestra propia realidad.

Lo que me apasiona de esto es ver cómo los líderes que logran esta coherencia en sus vidas luego la ponen al servicio de sus equipos, comunidades y sistemas que integran, agregando valor y haciendo una diferencia. En este proceso descubren nuevas facetas de su liderazgo. De esto se trata. Yo lo llamo “liderazgo consciente”.

La pregunta que siempre me hago es: “¿Podemos realmente transformar la sociedad sin transformarnos nosotros?”. Y ahí es cuando me gusta intervenir. En esta transformación personal, el despertar y entrenamiento de cada líder para agregar valor conectado a todo su poder. Porque, en definitiva, el liderazgo es una oportunidad de servir, y no de lucirse.

¿Qué actitud debe tener el coachee para sacar el máximo jugo a la experiencia?

Es el coachee (o cliente) quien toma la decisión de contratar al coach para que lo ayude a enfocar un momento de su vida, con el objetivo de algún tipo de mejora personal o profesional. A su vez, es el coachee quien deberá tener el compromiso y la motivación necesarios para abordar el proceso de aprendizaje y generar los cambios para que ocurra la transformación.

En cuanto a la actitud necesaria para sacar jugo de la experiencia, me gusta ponerlo en estos términos: tener actitud de aprendiz, cuestionar con fuerza y asumir el protagonismo de la propia vida.

La actitud de aprendiz abre la predisposición al aprendizaje para dar lugar a que este ocurra. Implica sincerarse con uno mismo al reconocer que hay algo que no estás pudiendo o no sabés cómo resolver, algo que comúnmente se manifiesta como una insatisfacción. Ser capaz de pedir ayuda es clave para encontrar los recursos necesarios para transitar esta brecha. Los niños aprenden pidiendo ayuda, y no tienen problema a la hora de hacerlo. Y la realidad es que como adultos nunca terminamos de aprender. Entonces, la clave está, justamente, en seguir transitando la vida con los ojos de un niño, desde esa curiosidad genuina que nos hace interesar por las cosas, libres de juicios, como si fuera la primera vez que las experimentamos.

Creo que nos engañamos o resistimos cuando no podemos hacernos cargo de nuestras insatisfacciones, ya que verlo implica tener que hacer algo al respecto, y muchas veces no estamos listos para eso. Para algunos, reconocer la necesidad de ayuda significa mostrar vulnerabilidad, pasa mucho eso de: “No me puedo permitir no saber”. Pero es justo ahí, en el “no sé”, donde tenemos la oportunidad de aprender y conocernos mejor, y es en este reconocimiento que comienza el camino de reencuentro con uno mismo. Porque te conocés exponiéndote a tus propios límites. Ahí es cuando sacas lo mejor de vos.

En mi caso, de no haberme sincerado conmigo y pedido ayuda para atender mi insatisfacción, me hubiese perdido del entrenamiento para desarrollar mis habilidades y de las experiencias que me fortalecieron, así como de descubrir mi valor. Y esto es algo que nunca termina. Es una práctica constante.

Es muy importante entender que no estamos solos, siempre hay alguien que está dispuesto a colaborar con nosotros. Porque eso que estás viviendo, ya lo vivió alguien antes o lo está viviendo. Me pasa todo el tiempo con clientes que vienen con temas que yo ya viví o que estoy transitando. Entonces, de alguna manera, ya estuve en ese lugar. Pasé por mi cuerpo esa experiencia. En definitiva, compartimos mucho más de lo que imaginamos.

Al coachee también se lo invita a cuestionar con fuerza. ¿A qué me refiero? A hacerse preguntas poderosas que le generen conciencia acerca de su momento de vida. El cerebro necesita respuestas, y, de hecho, el sistema educativo tradicional nos enseña a responder. Nos premian por responder y no por preguntar, y es en la pregunta donde está el clic. Las preguntas tienen el poder de cambiar la forma en la que veíamos una determinada situación y cambiar esa manera de observar puede abrir muchísimas posibilidades. Ahí es cuando salimos del piloto automático, rompemos paradigmas y nos permitimos evolucionar, abriendo caminos enriquecedores para nosotros y para los demás.

Finalmente, como mencionaba antes, es clave que el coachee se sitúe como protagonista de su propia vida y ponga el foco en aquellas cosas en las cuáles sí tiene injerencia. En las que no, soltarlas. También es fundamental comprender que ser protagonista implica decidir, y esto requiere de compromiso y motivación para aplicar cambios en los hábitos y prácticas de vida. Como decía Einstein: “No podemos tener nuevos resultados si seguimos haciendo más de lo mismo”.

Son muchas las veces que la vida nos invita a desarmarnos y volvernos a armar. Con la pandemia se despertaron una cantidad de cuestionamientos dentro de cada uno y, a su vez, la necesidad de desarrollar nuevos recursos para poder adaptarnos a este nuevo mundo VUCA.

Tal vez sea el momento de capitalizar esta coyuntura mundial que se nos presenta para emprender una nueva búsqueda, personal y colectiva, que nos permita fortalecernos ante esta nueva realidad.

Entonces, mi invitación es a que escuches atentamente para identificar tu insatisfacción, a que aceptes lo que te está pasando, viéndolo como una oportunidad para expandirte, trabajando en eso que estás necesitando para lograr lo que deseás. Fortalecerte es posible y los resultados son extraordinarios.